ed. Bekker), donde la distincion entre los cuerpos animados y los inanimados está deducida del modo de determinacion del movimiento, ya sea interior, ya esterior. «El alma nutritiva de los vegetales, dice el Estagirita, no produce ningun movimiento, porque está sumida en un letargo del que nada puede sacarla" (Aristóteles, de Generat. animal., l. V, c. I. p. 778; ed. Bekker), y en otra parte «no tienen ningun deseo que las invite á producir movimientos por sí mismas.» (Aristóteles, de Somno et Vigil., c. I, p. 455; ed. Bekker.)
^(21) Pág. 331.—Memoria de Ehrenberg, über das kleinste Leben im Ocean, leida en la Acad. des Sciences de Berlin, el 9 de mayo de 1844.
^(22) Pág. 332.—Humboldt, Tableaux de la Nature.
^(23) Pág. 332.—Acerca de la multiplicacion por la division espontánea del cuerpo generador, y por la intercalacion de una nueva sustancia, véase Ehrenberg, von den jetzt lebenden Thierarfen der Kreidebildung, en las Mémoires de l'Academie des Sciences de Berlin, 1832, p. 94. La mayor facultad generatriz en la naturaleza es la de los Vorticellos. Se halla la evaluacion del máximum de rapidez que puede afectar el desarrollo de su masa, en la gran obra de Ehrenberg, titulada: die Infusionsthierchen als vollkommne Organísmen, 1838, p. XIII, XIX y 244. «La via láctea de esos organismos está formada de las especies Monas, Vibrio, Bactrium y Bodo.» La vida está repartida en la naturaleza con tal profusion, que pequeños infusorios viven como parásitos sobre otros infusorios mayores, y los primeros sirven, á su vez, de habitacion á otros infusorios todavía mas diminutos; véase p. 194, 211 y 512.
^(24) Pág. 332.—Aristóteles, Hist. animal, l. V. c. 19, p. 552: ed. Bekker.
^(25) Pág. 333.—Ehrenberg, obra citada, p. XIV, 122 y 493. A la multiplicacion rápida de los animalillos microscópicos, se ánade en algunos (anguilas de trigo, infusorios circulares, osos de agua ó tardígrados) una maravillosa vitalidad. Despues de haberlos desecado durante 28 dias en el vacío, valiéndose del cloruro de cal, y del ácido sulfúrico, y de tenerlos espuestos á una temperatura de 120°, estos infusorios han podido volver á la vida y salir de su letargo. Véanse las bellas investigaciones de M. Doyère en su memoria sur les Tardigrades, et sur leur proprieré de revenir á la vie, 1842, p. 119, 129, 131 y 133. Cf. en general, acerca de la resurreccion de los infusorios desecados durante años enteros, Ehrenberg, , 492, 496.