^(26) Pág. 333.—Acerca de la presunta «transformacion primitiva» de la materia orgánica o inorgánica en plantas y en animales, Cf. Ehrenberg, en los Annalen de Poggendorff, t. XXIV, p. 1-48; y el mismo autor Infusionsthierchen, p. 121 y 525; y Juan Müller, Physiologie des Menschen (4.ª ed., 1844), t. I, p. 8-17. Me parece verdaderamente notable que al tratar San Agustin la cuestion de cómo pudieron recibirlas islas, despues del diluvio, nuevas plantas y nuevos animales, no se manifieste muy distante de admitir la idea de una generacion espontánea (generatio æquivoca, spontanea aut primaria). «Si los ángeles ó los cazadores de los continentes, dice este Padre de la Iglesia, no han transportado animales á estas islas apartadas, es preciso convenir en que los ha engendrado la Tierra; pero entonces, ¿á qué fin, encerrar en el arca, animales de todas las especies?» Si e terra exortæ sunt (bestiæ) secundum originem primam, quando dixit: Producat térra animam vivam! multo clarius apparet, non tam reparandorum animalium causa, quam figurandarum variarum gentium (?) propter Ecclesiæ sacramentum in Arca fuisse omnia genera, si in insulis, quo transire non possent, multa animalia terra produxit (Augustinus, de Civitate Dei, l. XVI, c. 7, t. VII; Venet, 1732, p. 422, de la edicion de los Benedictinos).
Dos siglos antes del obispo de Hipona hallamos ya establecida en Trogo-Pompeyo, entre el desecamiento primitivo del mundo antiguo, de la meseta asiática y la generacion espontánea, una conexion semejante á la que se observa en la teoría del gran Linneo acerca del Paraíso Terrenal, y los delirios del siglo XVIII, sobre la Atlántida fabulosa. «Quod si omnes quondam terræ submersæ profundo fuerunt, profecto editissimam quamque partem decurrentibus aquis primum detectam; humillimo autem solo eamdem aquam diutissime immoratam, et quando prior quæque pars terrarum siccata sit, tanto prius animalia generare cœpisse. Porro Scythiam adeo editiorem omnibus terris esse, ut cuncta flumina ibi nata in Mæotim, tum deinde in Ponticum et Ægyptium mare decurrant» (Justino, l. II, c. I).
La opinion equivocada que hace de la Scitia una meseta elevada, es muy antigua; la encontramos ya claramente indicada en Hipócrates (de aere, loci et aquis, c. 6. §. 96, edic. de Coray). «La Scitia, dice, forma una llanura alta y seca que sin estar coronada de montañas, va siempre elevándose hácia el Norte.»
^(27) Pág. 334.—Humboldt, Aphorismi ex Physiologia chemica plantarum, en la Flora Fribergensis subterranea, 1793, p. 178.
^(28) Pág. 334.—Acerca de la fisonomía de los vejetales, véase Humboldt, Tableaux de la nature, t. II, 1851, p, 1-243.