No temamos tampoco que la direccion que caracteriza á nuestro siglo, que la predileccion tan señalada por el estudio de la naturaleza y el progreso de la industria, tengan por efecto necesario debilitar los nobles esfuerzos que se producen en el dominio de la filosofía, de la historia, y del conocimiento de la antigüedad; que tiendan á privar las producciones de las artes, encanto de nuestra existencia, del soplo vivificador de la imaginacion. Por todas partes donde, bajo la égida de instituciones libres y de una sábia legislacion, pueden desarrollarse francamente todos los gérmenes de la civilizacion, no es de temer que una rivalidad pacífica perjudique á ninguna de las creaciones del espíritu. Cada uno de estos desarrollos ofrece frutos preciosos al Estado, los que dan alimento al hombre y fundan su riqueza física, y los que, mas duraderos, trasmiten la gloria de los pueblos á la posteridad mas lejana. Los Espartacos, á pesar de su austeridad dórica, rogaban á los dioses «la concesion de las cosas bellas, con las buenas.» (18).
No desarrollaré mas ampliamente estas consideraciones, tan frecuentemente espuestas, sobre la influencia que ejercen las ciencias matemáticas y físicas en todo lo que se relacione con las necesidades materiales de la sociedad. La carrera que debo recorrer es demasiado estensa para que me permita insistir aquí sobre la utilidad de las aplicaciones. Acostumbrado á lejanas correrías, quizás cometa el error de pintar la senda como mas fácil y mas agradable que lo es realmente; conocida costumbre de los que quieren guiar á los demás hasta los vértices de las altas montañas. Elogian la vista de que se disfruta, aun cuando quede oculta por las nubes una gran estension de llanuras; saben que un velo vaporoso y semi-diáfano tiene un encanto misterioso, que la imagen de lo infinito une el mundo de los sentidos con el mundo de las ideas y de las emociones. Del mismo modo tambien, desde la altura que