turaleza de la escuela jónica. Atendiendo poco á las propiedades y á las diferencias específicas de las materias que llenan los espacios, la gran escuela itálica en su gravedad dórica, miraba preferentemente cuanto se refiere á las medidas, á la configuracion de los cuerpos, á las distancias de los planetas y á los números (24); en tanto que los físicos de Jonia se detenian en las cualidades de la materia, en sus transformaciones verdaderas ó supuestas, y en sus relaciones de orígen. Al poderoso genio de Aristóteles, tan profundamente especulativo y práctico á la vez, le estaba reservado el profundizar con igual éxito el mundo de las abstracciones y el mundo de las realidades materiales, que encierra fuentes inagotables de movimiento y de vida.
Muchos y de los mas notables tratados de geografía física, ofrecen en sus introduciones una parte esclusivamente astronómica destinada á describir ante todo la tierra en su dependencia planetaria, y como formando parte del gran sistema que anima el cuerpo central del Sol. Esta marcha de ideas es diametralmente opuesta á la que yo me propongo seguir. Para comprender bien la grandeza del mundo no debe subordinarse la parte sideral, llamada por Kant Historia natural del cielo, á la parte terrestre. En el Cosmos, segun antigua espresion de Aristarco de Samos, que presentia el sistema de Copérnico, el Sol no es otra posa, con sus satélites, sino una de las innumerables estrellas que llenan los espacios. La descripcion de estos espacios, la física del mundo, ha de empezar por los cuerpos celestes, por el trazado gráfico del Universo, mejor dicho, por un verdadero mapa del mundo, tal como la mano atrevida de William Herschell intentó trazarlo. Si á pesar de la pequeñez de nuestro planeta, lo que le concierne exclusivamente ocupa en esta obra el lugar mas importante, y se encuentra desarrollado con mayor precision, depende esto únicamente de la desproporcion de nuestros conocimientos entre lo que es