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naturaleza. Estas tendencias ideales son diversas y mas ó menos fuertes, segun las razas, sus disposiciones morales, y el grado de cultura que han alcanzado, merced á la naturaleza que las rodea.

La historia nos ha conservado el recuerdo del gran número de formas, bajo las cuales se ha intentado concebir racionalmente el mundo entero de los fenómenos, reconocer en el Universo la accion de una sola fuerza motriz que penetra la materia, la transforma y la vivifica. Estos ensayos datan en la antigüedad clásica, desde los tratados de la escuela jónica sobre los principios de las cosas, en que apoyándose en un corto número de observaciones, se quiso someter el conjunto de la naturaleza á temerarias especulaciones. A medida que por la influencia de grandes sucesos históricos se han desarrollado todas las ciencias auxiliándose de la observacion, háse visto tambien enfriarse el ardor que llevaba á deducir la esencia de las cosas y su conexion, de construcciones puramente ideales y de principios racionales en un todo. En tiempos mas próximos á nosotros, la parte matemática de la filosofía natural ha sido la que recibió mayores adelantos. El método y el instrumento, es decir el análisis, se han perfeccionado á la vez. Creemos que lo que fue conquistado por tan diversos medios, por la aplicacion ingeniosa de las suposiciones atomísticas, por el estudio mas general y mas íntimo de los fenómenos y por el perfeccionamiento de nuevos aparatos, es el bien comun de la humanidad, y no debe hoy como antes tampoco lo era, ser sustraido á la libre accion del pensamiento especulativo.

No puede negarse sin embargo, que en el trabajo del pensamiento hayan corrido algun peligro los resultados de la esperiencia. En la perpétua vicisitud de los aspectos teóricos, no hay que admirarse mucho, como dice ingeniosamente el autor de Giordano Bruno (30), «si la mayor