el camino de la esperiencia, no pueden estar en contradiccion con una verdadera filosofía de la naturaleza. Cuando hay oposicion, la falta está, ó en el vacío de la especulacion ó en las exageradas pretensiones del empirismo, que cree haber probado por la esperiencia mas de lo que la esperiencia puede probar.
Ya se oponga la naturaleza al mundo intelectual, como si este último no estuviese comprendido en el vasto seno de la primera; ó bien se oponga al arte, considerado como una manifestacion del poder intelectual de la humanidad, no deben conducir estos contrastes, reflejados en las lenguas mas cultivadas, á un divorcio entre la naturaleza y la inteligencia, divorcio que reduciria la física del mundo a no mas que un conjunto de especialidades empíricas. La ciencia no empieza para el hombre hasta el momento en que el espíritu se apodera de la materia, en que trata de someter el conjunto de las esperiencias á combinaciones racionales. La ciencia es, el espíritu aplicado á la naturaleza; pero el mundo esterior no existe para nosotros sino en tanto que por el camino de la intuicion le reflejemos dentro de nosotros mismos. Así como la inteligencia y las formas del lenguaje, el pensamiento y el símbolo, están unidos por lazos secretos é indisolubles, del mismo modo tambien el mundo esterior se confunde, casi sin echarlo de ver, con nuestras ideas y nuestros sentimientos. Los fenómenos esteriores, dice Hegel en La filosofía de la historia, están en cierto modo traducidos en nuestras representaciones internas. El mundo objetivo pensado por nosotros y en nosotros reflejado, está so metido á las eternas y necesarias formas de nuestro sér intelectual. La actividad del espíritu se ejerce sobre los elementos que le facilita la observacion sensible. Así desde la infancia de la humanidad se descubre en la simple intuicion de los hechos naturales, en los primeros esfuerzos intentados para comprenderlos, el gérmen de la filosofía de la