para ir á lo desconocido, de lo que nos toca y cerca, para llegar hasta los límites de nuestro alcance. Este es el método fundadamente matemático que se sigue en la esposicion de las teorías astronómicas, cuando se pasa del movimiento aparente de los cuerpos celestes á sus movimientos reales.
Pero si se trata de esponer el conjunto de nuestros conocimientos en lo que tienen de firme y de positivo, y aun de probable actualmente en mayor ó menor grado, sin empeñarse, no obstante, en desarrollar su demostracion, preciso es recurrir á un órden de ideas muy diferente, y sobre todo renunciar al punto de partida terrestre, cuya importancia en la generalidad es esclusivamente relativa al hombre. La tierra no debe ya aparecer en primer término sino como un detalle subordinado al conjunto del cual forma parte, debiendo guardarnos de aminorar el carácter de grandeza de tal concepcion por motivos fundados en la proximidad de ciertos fenómenos particulares, en su influencia mas íntima, ó en su mas directa utilidad. De aquí, pues, que una descripcion física del mundo, es decir, un cuadro general de la naturaleza, deba empezar por el cielo y no por la tierra; pero á medida que la esfera que abarca la mirada se estreche, veremos aumentarse la riqueza de detalles, completarse las apariencias físicas, y multiplicarse las propiedades específicas de la materia. Desde aquellas regiones en que la sola fuerza cuya existencia nos es dable comprobar es la gravitacion, descenderemos gradualmente hasta nuestro planeta, y penetraremos al fin en el mecanismo complicado de las fuerzas que reinan en su superficie. El método descriptivo que acabo de bosquejar, es el inverso del que suministró los materiales: el primero enumera y clasifica lo que el segundo ha demostrado.
El hombre se pone en relacion con la naturaleza por medio de sus órganos. Así la existencia de la materia en