dos de agregacion y de densidad, y nuestro propio sistema solar reproduce todos los términos de la série de los pesos específicos (relacion del volúmen á la masa) que nos han hecho familiares las sustancias terrestres. Cuando se comparan los planetas desde Mercurio hasta Marte al Sol y á Júpiter, y estos dos últimos astros á Saturno, menos denso aun, se llega por una progresion decreciente desde el peso específico del antimonio metálico hasta el de la miel, el del agua y el del abeto. Además, la densidad de los cometas es tan débil, que la luz de las estrellas los atraviesa sin refraccion, aun por la parte mas compacta que se llama habitualmente cabeza ó núcleo: quizás no hay cometa alguno en va masa equivalga á 0,005 de la de la tierra. Señalemos en este lugar lo que aparece como mas sorprendente en la diversidad de los efectos producidos por las fuerzas cuya accion progresiva ha presidido originariamente á las aglomeraciones de la materia; pues si bien desde el punto de vista general en que nos hemos colocado, hubiéramos podido indicar á priori esta variedad indefinida como un resultado posible de la accion combinada de las fuerzas generatrices, hemos creido mejor mostrarla como un hecho real que se desarrolla efectivamente á nuestros ojos en las regiones celestes.
Las concepciones puramente especulativas de Wright, Kant y Lambert acerca de la construccion general de los cielos, han sido establecidas por William Herschell sobre una base mas sólida, sobre observaciones y medidas exactísimas. Este grande hombre, tan osado y tan prudente á la vez en sus investigaciones, fué el primero que se atrevió á sondear las profundidades de los cielos, para determinar los límites y la forma de la capa aislada de estrellas de que la Tierra es parte, y el primero tambien que intentó aplicar á esta zona estelar las relaciones de magnitud, de forma y de posicion que le habian sido reveladas por el es-