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aquellas fuerzas siguiendo diversas direcciones. Dela misma manera, debemos reconocer en el sentimiento vivo y profundo de la Naturaleza, tal como le hemos pintado, segun la diferencia de los tiempos y de las razas, un eficaz estímulo para observar mas atentamente los fenómenos y el mundo formado por su conjunto.

Ya hemos observado que en razon de la misma multiplicidad de las corrientes que han transportado los elemen— tos de la ciencia de la Naturaleza y en el transcurso de los siglos los han repartido desigualmente por la superficie del globo, conviene tomar por punto de partida en la historia de la Contemplacion del Mundo un solo grupo de pueblos, y escoger aquel donde se encuentre el gérmen de toda nuestra civilizacion occidental. La cultura intelectual de los Griegos y de los Romanos puede parecer sin duda alguna muy reciente si se la compara con la del Egipto, la China y la India; pero á despecho de las revoluciones y de la mezcla de las naciones invasoras, los elementos estraños que les afluyeron del Oriente y del Mediodia se han reproducido sin interrupcion en el suelo europeo, juntamente con los resultados de su civilizacion indígena. En aquellos paises en que se habian estendido numerosos conocimientos muchos miles de años antes, ó bien la barbarie lo arrojó todo en las tinieblas, ó bien, conservando las naciones las costumbres antiguas é instituciones políticas, complejas é invariables como en la China, se han detenido por completo en la senda de las ciencias y de las artes industriales, llegando 4 ser estrañas á esas comunicaciones de pueblo á pueblo sin las cuales no se pueden formar las ideas generales. Merced al desarrollo inmenso de su navegacion, los pueblos europeos, y los que originarios de la Europa han pasado á otros continentes, se hallan presentes, por decirlo asi, en todas partes, mostrándose 4 la vez en los mares y en las costas mas lejanas, pudiendo amenazar