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de los Estados libres. La Ciudad eterna llegó á ser el centro de una circunferencia vasta en demasía. Faltó el espíritu que hubiera podido sin agotarse, animar aquella inmensa corporacion de Estados. La religion cristiana llegó 4 ser la religion del imperio, cuando ya estaba profundamente quebrantado, y cuando los beneficiosos efectos de la nueva doctrina, se esterilizaban por causa de las contiendas dog— máticas de las sectas enemigas. Así se vió desde entonces comenzar el doloroso combate de la ciencia y de la fé, que, renovándose sin cesar bajo formas diversas, se prolongó 4 través de los siglos y fue un constante obstáculo para la investigacion de la verdad.

Si el Imperio romano á causa de su estension y de la constitucion política que era consiguiente, fué impotente para sostener y vivificar las fuerzas intelectuales y creadoras de la humanidad, lo contrario de lo que habia acontecido en las pequeñas repúblicas griegas aisladas é independientes, tenia en cambio otras ventajas que no deben olvidarse. La esperiencia y la multiplicidad de las observaciones aportaron abundante cosecha de ideas. El mundo de los objetos esteriores se ensanchó considerablemente, y así se facilitó álos siglos venideros la contemplacion reflexiva de los fenómenos de la Naturaleza. Activáronse las relaciones entre los pueblos por la dominacion romana, la lengua latina se estendió por todo el Occidente y una parte del Africa Septentrional. El helenismo permaneció naturalizado en Oriente mucho tiempo despues de la ruina del imperio de Bactriana, ocurrida en tiempo de Mitrídates I, trece años antes de la invasion de los Sacios 6. Escitas.

Si comparamos la estension de los paises en que penetraron respectivamente las lenguas griega y latina, la segunda aventajó á la primera aun antes de que la capital del imperio se hubiera trasladado á Bizancio. Los progre-