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como las del Océano, siguen su marcha entre masas inmóviles, son acontecimientos de gran trascendencia en la historia de la Contemplacion del mundo.

Durante el reinado del emperador Claudio, llegó á Roma atravesando el Egipto una embajada que envió el Rachia de la isla de Ceilan; y en tiempo de Marco-Aurelio Antonino, llamado Antun por los historiadores de la dinastía de los Han, se presentaron en la córte de China embajadores romanos, despues de haber llegado por mar hasta Tun-kin. Señalamos desde ahora los primeros vestigios de las relaciones que mantuvo el imperio romano con la China y con la India, porque muy verosímilmente se debe á estas relaciones el haberse difundido en estas dos comarcas y hácia los primeros siglos de nuestra era, el conocimiento de la esfera griega, del zodiaco griego y de la semana planetaria de los astrólogos (48). Los grandes matemáticos indios Warabamihbira, Brahmagupta y aun quizás Aryabhatta, son posteriores á la época que nos ocupa ahora (49); pero puede ser tambien que alguno de los descubrimientos pertenecientes originariamente á los Indios, y á los cuales llegaron aquellos pueblos por sendas solitarias y estraviadas, hayan penetrado en el Occidente antes del nacimiento de Diofanto, á consecuencia de las relaciones comerciales que habian to. mado tan vastas proporciones en tiempo de los Lagidios y de los Césares. No es esta ocasion de depurar lo que pertenece propiamente á cada raza y á cada período: basta recordar en general los caminos que estaban abiertos á la circulacion de as Ideas.

Hasta qué punto se multiplicasen aquellos caminos, y cuán vasto desarrollo recibiesen por todas partes las comunicaciones de los pueblos, lo demuestran de la manera mas decisiva las gigantescas obras de Estrabon y de Tolomeo. El ingenioso geógrafo de Amusea no manifiesta en sus medidas la exactitud que ha y en las de Hiparco, ni sabe apl1-