que el Nuevo Mundo no era completamente desconocido desde aquella época.
Dice mu y bien Estrabon, que en todas las obras de arte que tienden á representar cosas grandes, no se da la preferencia á la perfeccion de los detalles; así es que él mismo, en el monumento colosal que trataba de levantar, quiere ante todo fijar la atencion en la forma del conjunto. Esta predisposicion á generalizar las ideas no le impide admitir un gran número de observaciones físicas, y especialmente geognósticas, todas mu y dignas de interés (53). Como Posldonio y Pol ybio, menciona sucesivamente la influencia que ejerce en el máximum del calor atmosférico en las regiones le los trópicos ó del Ecuador, el paso mas rápido ó mas lento del Sol por el zénit; las diversas causas que han producido los cambios esperimentados por la. superficie de la Tierra; la abertura de los lagos que primitivamente no tenian salida; las corrientes oceánicas y el nivel igual de los mares, reconocido ya por Arquímedes; la erupcion de los volcanes submarinos, las conchas fósiles y las huellas de peces; y señala por fin un hecho que debe sorprendernos sobre todo, por haber llegado á ser el gérmen de la geologia moderna; hablo de las oscilaciones periódicas de la corteza terrestre. Estrabon dice espresamente que los cambios sobrevenidos en los límites de la Tierra y del Mar, mas dependen del levantamiento ó depresion del suelo que de los aluviones, bien poco sensibles; «que no son únicamente masas alsladas de rocas é islas pequeñas ó grandes, sino continentes ente ros los que pueden surgir del frndo de los mares.» Como Herodoto, Estrabon se muestra atento á la descendencia de los pueblos y á la variedad de las razas. Da una defini cion notable del hombre al que llama «un animal terrestre y aéreo, que há menester mucha luz (54).» Sin embargo, Julio César en sus Comentarios, y Tácito en el bello monu mento que levantó á la gloria de Agricola, son los histo-
