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y de su estension, de las sustancias heterogéneas que los componen y fuerzas interiores que los ocultan. Nos proponemos en seguida estudiar el impulso dado en el mismo sentido, seis ó siete siglos mas tarde, por los descubrimientos marítimos de los Portugueses y de los Españoles. El descubrimiento y la esploracion del Nuevo Continente, que permitió contemplar aquellas cordilleras en que resuenan tantos volcanes, aquellas mesetas en las cuales aparecen superpuestos unos á otros todos los climas, aquella capa vegetal que se desarrolla por un espacio de 120 grados de latitud, señalan sin contradiccion el período en que se ofrece al espíritu humano, en el mas corto espacio de tiempo posible, el mas rico tesoro de observaciones nuevas acerca de la Naturaleza.

A partir de este momento, vanos serian los esfuerzos que se hicieran para enlazar los progresos de la ciencia del Mundo á ciertos hechos políticos cuya irfluencia está limitada necesariamente á un círculo determinado. En virtud de su propia fuerza es como producirá en adelante la inteligencia grandes cosas; ya no necesita estar solicitada por los acontecimientos esteriores para obrar á la vez en direcciones muy diversas. Guiada por una nueva asociacion de ideas, créase Órganos nuevos para analizar el delicado tejido de la sustancia animal y vegetal, 6 para penetrar en las vastas regiones del Cielo. Tal es el aspecto bajo el cual se nos presenta el siglo XVII. Dignamente inaugurado por la invencion del telescopio y por las consecuencias inmediatas de esta invencion, desde el descubrimiento de los satélites de Júpiter, de los crecientes ó de las fases de Venus y de las manchas del Sol por (salileo, hasta la teoría de Isaac Newton sobre la gravitacion universal, aparece como el período mas brillante de una ciencia que sin embargo acababa apenas de nacer, de la Astronomía física. Esta comunidad de esfuerzos, la armonía entre la observacion de los espacios