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dle los Nabateos, pueblo entregado al comercio, y muy poderoso en otro tiempo, al cual el sábio filólogo Q)uatremere asigna por residencia primitiva las montañas de Gerrha en el curso inferior del Eufrates. Esta parte septentrional de la Arabia estuvo en relacion activa con otros Estados dvilizados, merced especialmente á la proximidad del Egipto, á la intervencion de las razas árabes esparcidas por las montañas que costean la Siria y la Palestina, y los paises regados por el Eufrates; merced, en fin, á la célebre senda por donde se dirigian las caravanas de Damasco á Babilonia, atravesando Emesa y Tadmor (Palmira). Mahoma mismo, que descendia de una familia noble pero pobre, de la tríbu de los Koreischitas, antes de su aparicion comoreformador y como profeta, habia hecho el comercio y frecuentado la féria de Bosra en la frontera de Siria, la del Hadhramaut, país del incienso, y sobre todo la de Olcadh, cerca de la Meca, que no duraba menos de veinte dias, y á donde algunos poetas, beduinos en su mayor parte, se reunian cada año para entregarse á combates líricos. Entramos en estos detalles sobre las comunicaciones de los pueblos y las ocasiones á que ellas dieron lugar, á fin de hacer sentir con mas viveza las causas que preparaban grandes cambios en las relaciones del mundo.

El hecho de las poblaciones árabes estendiéndose hácia el Norte despierta inmediatamente el recuerdo de dos acontecimientos, cuyas relaciones secretas es muy difícil separar aun hoy, pero que atestiguan por lo menos que ya miles de años antes de Mahoma, los habitantes de la Península por sus correrías al Oeste y al Este, hácia el Egipto y hácia el Eufrates, habian intervenido en los grandes neg rocios del mundo. La descendencia semítica ó aramea de los H yesos, que en tiempo de la duodécima dinastía 2,200 años antes de nuestra era pusieron fin al Artlguo Imperio de los Egipcios, háse reconocido hoy casi universalmente. Ei