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de los lugares, á suministrar indicaciones de longitud y de Jatitud, como ha hecho de ordinario Abul-Hasan, á describir las cuencas de los rios y las cadenas de montañas (97); condujo tambien á aquel pueblo, amante de la Naturaleza, á ocuparse de las producciones orgánicas del suelo, y particularmente de las sustancias vegetales. El horror que inspiraban á los sectarios del islamismo los estudios anatómicos, les impidió hacer progreso ninguno en la historia natural de los animales. Se contentaron á este respecto con lo que pudieron sacar de las traducciones de Aristóteles y de Galeno (98). Sin embargo, la Historia de los Anumales de Avicena, que posee la Biblioteca real de París, difiere de la de Aristóteles (99). Ibu-Baithar de Málaga merece especial mencion como botánico (100): sus viajes 4 Grecia, Persia, la India y el Egipto, permiten citarle como ejemplo de los esfuerzos emprendidos para comparar por observaciones personales las producciones de las opuestas zonas del Mediodía y del Norte. El punto de partida de esas tentativas era siempre el conocimiento de las sustancias medicinales, que aseguró largo tiempo 4 los Arabes el predominio sobre las escuelas cristianas, y que perfeccionaron Ibu-Sina (Avicena), nacido en Afschena, cerca de Bokbhara, Ibu-Roschd de Córdoba (Averroes), Serapion el Jóven de Siria, y Mesna de Maridin del Eufrates, aprovechando todos los materiales que les suministraba el comercio terrestre y marítimo. He escogido intencionadamente sabios nacidos á grandes distancias unos de los otros, porque los nombres de los paises á que pertenecen, demuestran claramente cómo por efecto de las tendencias intelectuales peculiares á la raza árabe, y merced á una actividad que se ejercia simultáneamente por todas partes, se estendió el conocimiento de la Naturaleza sobre una porcion considerable de la tierra y engrandeció el círculo de las ideas.
En este círculo entró tambien la ciencia de un pueblo