mil maneras á rectificar y engrandecer las miras sobre el mundo. Sin embargo, debemos establecer desde luego ura marcada distincion entre el primero é incontestable descubrimiento de la América septentrional hecho por los Normandos, y las espediciones que mas tarde motivaron el conocimiento de las regiones tropicales del mismo Continente. En una época en que el califado de los Abasidas aun forecia en Bagdad, en que la Persia todavía estaba bajo la dominacion de los Samanidas, tan favorable al cultivo de la poesía, hácia el año 1000 próximamente, la América fué reconocida por Lelf, hijo de Erico el Rojo, desde la estremidad septentrional hasta el grado 41 */, de latitud Norte (22). El impulso que produjo este acontecimiento, aunque de un modo fortuito, partió de la Noruega. (Queriendo Naddod en la segunda mitad del siglo IX, navegar hácia las islas Feroer, que ya habian visitado los Irlandeses, fue arrojado por la tempestad sobre las costas de Islandia. Ingolf fundó en esta isla el año 87: el primer establecimiento normando. La Groenlandia, península oriental de una reguion que parece estar del todo separada por las olas de la América propiamente dicha, fué señalada desde luego (23); pero solamente cien años despues, en 983, recibió una colonia de la Islandia llamada en un principio por Naddod Snjoland ó país de la Nieve. A consecuencia de esta colonizacion islandesa fué como se llegó al Nuevo Continente siguiendo las costas de la Groenlandia en la direccion del Sud-Oeste. Las islas Feroer y la Islandia deben, pues, considerarse como estaciones intermedias y puntos de partida de las espediciones que condujeron á los Normandos hácia la Escandinavia americana. Así fué como el establecimiento de Cartago habia suministrado á los Tirios los medios de llegar hasta el estrecho de Gadeira y al puerto de Tarteso, desde cuyo puerto aquel pueblo emprendedor se dirigió de estacion en estacion hasta Cerné, llama-
