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una cierta vivacidad de imaginacion, cuyos estravíos son comunes á todos los monjes de la Edad media interesados en las cuestiones de la Filosofía natural. Su fantasía se hallaba febrilmente sobrescitada por la impresion de. tantos c randes fenómenos no esplicados, y por la impaciencia 1nquieta con que procuraban' la solucion de problemas misterlOS98.

El obstáculo que oponia antes de la invencion de la imprenta la carestía de Jas copias al deseo de reunir gran número de manuscritos de obras sueltas, encendró en la Edad media el gusto por las obras enciclopédicas, luego que el círculo de las ideas empezó á ensancharse, es decir, á principios del siglo XIII. Estas obras merecen aquí una mencion particular porque han contribuido á la generalizacion de las ideas. Así aparecieron sucesivamente, fundándose por lo comun los unos en los otros, los veinte libros De rerum Natura de Tomás de Cambridge, profesor en Lovaina (1230"; Sperulum naturale), que Vicente de Beauvals escribió para San Luis y su mujer Margarita de Provenza en 1250; el Libro de la Naturaleza, de Conrado de Meygenberg', sacerdote de Ratisbona, y la /imiyen del Mundo (Imaqgo mundi, del cardenal Pedro de Ailly Petrus de Alliaco), obispo de Cambra y (1410%. Estas enciclopedias no eran aun mas que las precursoras de la gran Margarita plalosóphica del Padre Reisch, que apareció por primera vez en 1486, y contribuyó maravillosamente durante medio siglo á la propagacion de la ciencia. Es preclso que nos Eútohgadiós en la descripcion del mundo de Pedro de Ailly. En otro lugar he demostrado que el libro de la /imago mundi tuvo mas influencia en el descubrimiento de América, que la correspondenciade Colon con el sábio florentino decai (45). Todo lo que Colon sabia de la antigitedad griega y latina; todos los pasajes de Aristóteles, e Estratid: y de Séneca sobre la proximidad del