—
y sobre la sucesion periódica y ley de rotacion de los vientos ya tantas veces observada. Las juiciosas indicaciones de Galileo sobre la presion del aire, sirvieron de base á Torricelli para construir un barómetro, un año despues de la muerte de su maestro. En cuanto al hecho de que el mercurio bajaba menos en el tubo de Torricelli, al pie de ma montaña ó de una torre, que en el vértice, fue notedo por primera vezen Pisa por Claudio Beriguardi (79), y cinco años mas tarde en Francia á invitacion de Pascal, por su cuñado Perier, que subió al efecto hasta la cima úel Puy-de-Dome, $10 pies mas alta que el Vesubio. Desde entonces nació como por sí misma la idea de aplicar el barómetro á la medida de las alturas, idea que quizás despertó tambien en el espíritu de Pascal la lectura de una carta de Descartes (80). No es necesario discutir aquí hasta qué punto ha contribuido el barómetro al progreso del conocimiento físico de la Tierra y de la Meteorologia, ya se le considere como instrumento hipsométrico y sirva para determinar parcialmente la configuracion de la superfiere terrestre, ya se le utilice para investigar la influencia de las corrientes atmosféricas. La teoría de lás corrientes atmosféricas se constituyó tambien en sus principios fundamentales antes de finalizar el siglo XVII. Bacon, en su célebre obra titulada /Zistoria anaturlis et esperimentalis de Ventis (1664), ha tenido el mérito de considerar la direccion de los vientos en sus relaciones con la temperatura y los hidrometeoros (81); pero negando la legitimidad del sistema de Copérnico apoyado en argumentos poco matemáticos, dijo que «nuestra atmósfera podia bien moverse dia— riamente al rededor de la Tierra, como el cielo, y dar vida así á los vientos del Este que soplan bajo los trópicos.»
El genio universal de Hooke fue tambien el que llevó á esta materia el órden y la luz (82), reconociendo la 1nfluencia de la rotacion del globo y distinguiendo las cor-