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nia, es decir á 7" de intervalo (1). El decrecimiento de la pesantez desde el polo al ecuador, que Picard se obstinó en desconocer mucho tiempo todavía, se admitió entonces generalmente. Newton comprobó el aplanamiento de los polos de la Tierra, vió en la forma esferoidal una consecuencia de la rotacion, y aun se atrevió á evaluar numéricamente la depresion polar, en el supuesto de una masa homogénea. Era preciso esperar el resultado de la comparacion entre las medidas de grado efectuadas en los siglos X VU y XIX en el Ecuador, cerca de los polos y en las zonas templadas de ambos hemisferios del Norte y del Mediodía, para determinar con exactitud el valor del aplanamiento, y por consiguiente ¡a verdadera figura de la Tierra. La sola existencia del aplanamiento nos revela, segun ya he dicho en el primer tomo de esta obra (2), el mas antiguo de los datos geognósticos, es decir, la fluidez primitiva y progresiva solidificacion de nuestro planeta.

Hemos comenzado el cuadro del gran siglo que 1lustraron Galileo y Keplero, Newton y Leibnitz, por la historia de los descubrimientos realizados en los espacios celestes merced á la reciente invencion del telescopio; y lo terminamos haciendo ver cómo ha salido el conocimiento de la forma de la Tierra, por vía de deduccion, de razonamientos teóricos. «Newton, dice Bessel, ha podido alzar el velo que ocultaba el sistema del Mundo, porque acertó á descubrir la fuerza de que son consecuencia necesaria las leyes de Keplero, y porque debia estar en relacion con los fenómenos como estas leyes mismas que, dando la fórmula de los hechos, anunciaban con anticipacion el principio universal de donde se derivan (3).» El descubrimiento de la fuerza cuya esencia ha desarrollado Newton en su libro inmortal de los Principios, teoría general de la Naturaleza, ha coincidido casi con el nuevo vuelo que dió á las investigaciones matemáticas el cálculo infinitesimal. El trabajo del espíritu se