mar Bállico. en el cual por otra parte podía estar situada la isla Baltia de Timeo. Véase Plinio, l. XXXVII, c. 14. Abalo, situado ú una jornada de un «estuarium, no puede, pues, ser la Kurische Nehrung. Véase tambien sobre el viaje de Pytlicas hácia las costas occidentales de Judandia, y sobre el comercio del ámbar á lo largo de las costas que se estienden desde Skagen hasta los Paises Bajos, Werlauff, Bidrag til den nordiske Ravhandels Historic, Copenhague, 1835. No fué Plinio, sino Tácito. el primero que tuvo conocimiento del glessum, recogido en las costas del mar báltico en el país de los Estíos y de los Venedos, de los cuales el gran filólogo Schafarich (slawische Alterthúmer, 1.2 parte, p. 151-175), no se atreve á decidir si pertenecen á la raza eslava ó germana. En un período mas avanzado del Imperio romano fue cuando se establecieron relaciones directas y mas frecuentes con las costas del Samland en el mar Báltico, y ¡con los Estíos, gracias á la senda que un caballero romano del tiempo de Neron¡habia hecho trazar á través de la Panonia, hasta mas allá de Carnuntum. Véase Voigt, Geschichte Preussens. t. 1, p. S5. Monedas acunadas probablemente antes de la LXXAV olimpiada, y encontradas recientemente en el distrito del Netze, acreditan las comunicaciones que existian entre las costas de Prusia y las colonias griegas esparcidas por el mar Negro. Véase Levezow, Mémoires de 1 Académie de Berfin, 1833, p. 181-224. En diferentes épocas, el electro depositado en las costas ú% desenterrado (Plinio, 1. XXXVII, e. 11 y 67), la piedra del sol (tal es el nombre del ambar en el antiguo mito del Eridano). ha afluido hácia el medio dia por tierra y por mar, partiendo tambien de regiones muy diferentes. El ambar «que se estraia de la tierra en dos puntos de la Escitia, era, en parte al menos, de un color muy subido.» Hoy toda vía se recoge ambar en el Ural, cerca de Kaltschedansk, á corta distancia de Kamensk. Véase Rose, Reise nach dem Ural, 4. [, p. 481. y sir Roderik Murchison, freology of Russia, t. I, p. 366. La madera fósil en que está contenido de ordinario el ambar, habia tambien llamado desde lueg la atencion de los antiguos. Esta resina, tan preciosa entonces, fue atribuida ya al álamo negro, segun Escimno de Chio (v. 396 p. 367, edicion de Letronne), ya á un árbol de la familta de los cedros úó de los pinos, segun Mitridates, en Plinio, 1. XXXVII, c. 11. Las nuevas y escelentes investigaciones del profesor Geeppert de Breslan, han demostrado ue la congetura del naturalista romano era la masexacta. Véase sobre el árbol fósil del sucino restos de un mundo vegetal que ya no existe (Pinites succinifer), Cosmos, t. 1, p. 262, y Berendt, organische Reste in Bernstein, 1945, t. 1, sec. 1, p 85.
(32) Pág. 128.— Vease sobre el Uremetes, Aristóteles, Meteorológica, 1. T, p. 350, edic. de Bekker; v sobre los puntos mas meridionales de 57 I ue hace mencion Hannon en su Diario de viaje, Humboldt, Relation his-