dam quasi pabuluam consideralio contemplatiomque nature. Erigimur clatiores fieri videmur humana despicimus cogitantesque supera alar:
ccelestia haec nostra ut exigua ct minima contemnimus.» (Ciceron, Academica, 1. M, c. 41.)
(70) Pag. 196.—Véase Plinio. 1. XXXVIL e. 77. (t. V, p. 3820, edic. de Sillig.) Todas las ediciones anteriores acaban con las palabras » Hispaniam quocumque ambitur mari.» El fin de la obra fue descubierto en 1831, en un manuscrito de Bamberga, por Luis de Jan, profesor en Sehweinfurt.
(1) Pas. 196. —Claudiano, ¿a secundum consulalum Stilichonis, v. 156155.
(12) Páz. 191.—Cosmos. t. 1, p. 341 y 453, t. I, p. 24. Guillermo de Humboldt, ueber die Kawi-Sprache. t. 1, p. XXX VIT.
(13) Pág. 202.—Si Cárlos Martel, como se ha repetido frecuentemente, libró por la victoria de Towmrs, al centro de Europa, de la invasion del islamismo, no podria decirse con igual razon que la retirada de los Mogoles, despues de la batalla dada cerca de Liegnitz en la llanura de Wahlstatt, impidiera la irrupcion del budismo en el Elba y en el Rhin. Este combate, en el cual el duque Enrique el Piadoso murió como un héroe, fue librado el 9 de abril de 1241, cuatro años despues de que el Kaptschak y la Rusia hubieran sido subyugadas por las hordas asiáticas mandadas por Batu, nieto de Dschingischan. Pero la primera vez que vemos introducido el budismo entre los Mogoles, cae en el año 1247, cuando el principe Mogol Godan, sintiéndose enfermo en Leang-Tscheu. ciudad muy retirada hácia el Oriente, en la provincia china de Schensi, hizo llamar á un gran sacerdote tibetano, Sakya Pandita, para que le curase y convirtiese. (Nota tomada de un fragmento manuscrito de Klaproth sobre la propagacion del budismo en el Este y Norte del Asia.) Es preciso notar tambien que los Magoles no se han ocupado jamás de ganar á sus creencias á los pueblos que habian sometido.
(14) Pag. 202.—Cosmos. b. T. p. 271 y 433.
(15) Pig. 205, —De aquí el contraste entre las medidas tiránicas de Motewekkil, décimo kalifa de la familia de los Abasidas, contra los Jidios y los Cristianos (José de Hammer, ueber die Landerverwallung unter dem Khalifate, 1835, p. 21, 83 y 111), y la tolerancia de que dieron prueba los mas prudentes dominadores de España. (Ant. Conde, Historia de la dominacion de los Arabes en España, t. 1. 1820. p. 67.) Conviene recordar tambien que Omar despues de la toma de Jerusalem, no impidió álos vencidos la prácnca de su religion, y que hizo con el patriarca un convenio
