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weri, de Dschelaleddin, que pasa por el poeta místico mas notable del Oriente, de Adhad y de Yeisi, semi-persa y semi-indio, tienen todas viva frescura, si bien el placer que causan se vé turbado con frecuencia por el deseo pueri de rebuscar comparaciones demasiado ingeniosas (66). Sadi en su novela Costar y Gulistan (El Jardin de los frutos y de las rosas), y Hafiz, cuya filosofía práctica se ha comparado á la de Horacio, señalan, valiéndonos de las espresiones de José de Hammer, la época de la enseñanza moral el primero, yelsegundo, el mas elevado vuelo de la poesía lírica, Por desgracia la hinchazon y el rebuscamiento oscurecen á menudo en estos escritores las descripciones de la Naturaleza (67). El objeto favorito de la poesía persa, que es el amor del ruiseñor y de la rosa, reaparece de una manera fatigosu, y el íntimo sentimiento de la Naturaleza, espira en Oriente con los refinamientos convencionales del lenguaje dle las fores.

Si descendiendo de la meseta del Iran nos dirigimos hácia el Norte atravesando el remo de Turan (en lengua Zend, ZTiirja) (68) hasta la cadena del Ural, que separa la Europa del Asia, llegamos á los lugares que sirvieron de cuna á la raza finlandesa; porque los Finlandeses salleron en otro tiempo de la region de los montes Urales, como las hordas turcas del Alta1. I'ntre estas razas finlandesas: establecidas á coran distancia hácia el Occidente en las bajas llanuras del continente europeo, existian cantos que el doctor Elías Lornnrot ha recogido en gran número de boca de los Carelianos y de los campesinos de oonetz. «Reina en estos cantos, dice Jacobo Grimm (69), un puro sentimiento de la Naturaleza que casi no se encuentra sino en los poemas indios.» Una an— tigua epopeya, compuesta de cerca de doce mil versos, tratade la lucha de los Finlandeses y de los Lapones, y de