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no accidental en las pinturas murales. No de otra manera el poeta épico hacia visible, por medio de una descripcion pintoresca, la escena en quese realizaban los acontecimientos, 6 mejor aun, el fondo delante del cual se movian sus personajes. La historia del arte nos enseña el progreso en virtud del cual el accesorio ha llegado á ser poco á poco el principal objeto de la representacion; cómo la pintura de paisaje, desligada del elemento histórico, ha tomado importancia y llegado á formar un género á parte; y cómo las figuras humanas no han servido desde entonces sino para animar una comarca cubierta de montañas ó de bosques, las calles de un jardin ó la orilla del mar. Así se ha preparado paulatinamente la separacion de los cuadros de historia y de paisaje, cuya separacion ha favorecido el progreso general del arte en las diferentes épocas de su desarrollo.

Háse observado con razon que lo que principalmente faltó á los antiguos, dada la inferioridad de la pintura comparada con el arte plástico, fué el sentimiento del en— canto particular que vá unido á la reproducion de las escenas de la Naturaleza por medio del pincel: este goce estaba reservado á los modernos.

Es indudable que debió haber en las mas antiguas pinturas de (Grecia algunos rasgos destinados á carac terizar los lugares, si es verdad que Mandrocles de Samos, segun refiere Herodoto, hizo pintar para el gran re y el paso de los Persas por el Bosforo (6), y que Pol ygnoto representó la ruina de Troya sobre los muros de Lesché, templo de Delfos (7). Entre los cuadros que describe l ilostrato el viejo, cita un paisaje en el cual se veia salir el humo de la cima de un volcan, y torrentes de lava que iban á caer en el mar vecino. Segun las congeturas de los mas recientes comentadores, otra composicion muy complicada debió llegar á pintarse del natural; abrazaba siete islas, re-