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LE. Sm

los no deja tiempo de brotar al boton, y sorprende á los. frutos antes de su madurez. En el país de las palmeras y de los helechos arborescentes, en vez de los tristes líquenes ó de los musgos que cubren la corteza de los árboles hácia las regiones glaciales, el cimbidio y la olorosa vainilla se suspenden al troncode los anacardios y de higueras gigantescas. El fresco verdor del draconcio y las hojas profundamente cortadas del pothos, contrastan con las brillantes flores de las orquideas. Las bauhinia trepadoras, lus pasifioras y los banisteros de flores de oro enlazan á los árboles del bosque, y se lanzan á lo lejos por los aires; tiernas flores salen de las raices del teobroma y de la ruda corteza de los crescentia y de los gustavia. En medio de este lujo de vegetacion, en la confusion de estas plantas trepadoras, el observador reconoce difícilmente muchas veces á qué tronco pertenecen las flores y las hojas. Un solo árbol entrelazado de paulinia bignonia y de dendróbio ofrece reunidas en algunas ocasiones porcion de plantas que, separadas unas de otras, bastarian para cubrir un considerable espacio de terreno.

Cada parte de la tierra, sin embargo, tiene tambien sus bellezas propias. En los trópicos, la diversidad y la elevacion de las formas vegetales; en el Norte, el aspecto de las praderas, y, despues de una larga espera, el despertar de la Naturaleza al primer soplo de la primavera. Tanto como los plátanos, de la familia de las musáceas, el follaje se desplega y se desarrolla, otro tanto se contrae y aprieta en las casuarinas y en los árboles de hoja acicular. Los pinos, los tuya y los cipreses, forman una familia propia de los climas del Norte; rara vez se hallan formas análogas. en las llanuras de los trópicos. El follage eternamente verde de estos árboles reanima las comarcas glaciales y desiertas, recordando á los pueblos septentrionales que si la nieve y los hielos cubren la superficie de la tierra, la vida interior