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Almanaque Sud-americano

bajo de otro aluvión de humana escoria,
sobre la cual,—como la ardiente llama
del Sol,—la luz del pensamiento queda.

***
César BORJA.

Guayaquil, 1901.



Tic - tac...

Á MI RELOJ

    Oigo siempre en la noche callada
ese isócrono y lento compás
con que pienso que á mí te aproximas,
cual de Banquo el espectro fatal,
yen el fondo de mi alma golpea
          tu horrible tic-tac.

    Y en el grave, monótono ruido
que exaspera mi insólito afán,
las congojas me asaltan de un tiempo
que quisiera por siempre olvidar.
Calla, ¡oh cruel!, no más oiga tu fúnebre,
          tu eterno tic-tac.

    Sólo es raudo el corcel de las horas
para quien nunca siente el puñal
de las rudas torturas presentes
en el pecho enconarse y sangrar;
que no trae la dicha esperada
          tu rudo tic-tac.

    Si me asedian cual lobos hambrientos
de mi vida en el curso fatal
obsesiones de dichas que han sido,
y que hoy son un recuerdo, no más,
sólo entonces se asocia á mis penas
          tu frío tic-tac.

    Y cual ave siniestra que el miedo
de una cripta ve alzarse y volar,
de mi pecho algo horrible se eleva
como el cuervo de Poe inmortal.