Página:Alternativa Feminista 1.djvu/23

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» Cuando una mujer tiene inclinaciones doctas hay de ordinario en s: rualidad al marcha bien. (F. Nietzsche) - ue e queno

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del cuerpo, tan sucia, se transforma en el símbolo de la pureza que-hay que entre- gar al varón en el matrimonio.

¿Por qué a los varones no se les dice: “conservá tu sexo intacto y puro para entregárselo a la mujer que ames? Por el contrario, se les estimula a que lo usen. Cuanto más lo usen mejor. Cuanto más lo usa la mujer, más despectivamente es juzgada. :

¿Cómo es esto que antes se ocultaba, luego se valora por su pureza y su dueña es definida por el uso que hace de ella? Entonces, ¿su personalidad, su indivi- dualidad, dependen de su vulva? ¿O es que la vulva no le pertenece, es un objeto destinado a los demás? Como prostituta, esposa, o madre, la puede regalar, pres- tar o entregar en propiedad al marido, al amante o, eventualmente, al ginecólogo, que son los autorizados a penetrarla y conocerla,

En los diagramas del aparato sexual femenino los órganos reproductivos aparecen rodeados de muchas flechitas con nombres, pero “ella” aparece minimiza- da, una simple callecita donde pasan personajes importantes y a veces sin señali- zar, o con palabras de otro idioma. ki

Volviendo a las palabras, nos encontramos con otros interrogantes. La vulva es más nombrada en su acepción popular por los varones que por las mujeres, y muchas de éstas consideran que la palabra “concha”“es despectiva y —salvo en psi coterapia, que la ha tornado obligatoria— no la utilizan en el lenguaje corriente. Suelen inventar otros nombres; pero que tengan “c” o “ch” (7). .

Se acostumbra a usar como insulto, sobre todo referido a las hermanas, madres o loras. ¿Alguien conoce algún insulto en el que se utilice la palabra “pene” o alguna acepción vulgar del mismo?

Pero como no hay mal que dure cien años, la sin nombre'tiene su etapa de gloria al final de la adolescencia y de la juventud. Pasa a ser “ese oscuro objeto del deseo”, y sus fotos aparecen en colores, ampliadas. Las candilejas las iluminan y son las princesitas de las páginas pornográficas.

A medida que pasan los años, aunque no se observen modificaciones sustan- ciales, ni se arrugue, ni la asalte el fantasma de la celulitis, empieza a sufrir la mar- ginación, el desprecio y el asco de que es víctima su dueña; y vuelve a ser una cosa muy repugnante, y además prescindible. A veces, hasta su dueña se olvida de ella. Los cirujanos no titubean, como acto de prolijidad, en suturarla definitivamente-co- mo remate de una operación de prolapso. Las abuelas no cogen.

En la era de la “revolución sexual” algo ha cambiado. Ahora sus dueñas, sil


no quieren ser tildadas de “reprimidas” o “frígidas”, deberán entregarla, prestarla,] compartirla y socializarla, Ahora tiene otro valor como objeto de consumo.

Como consecuencia de la ideología psicoanalítica ha comenzado un cambio: ya se encuentran nenas que tienen vagina. El que sigue oculto, prohibido y despre- ciado es el clítoris. Las investigadoras han buscado infructuosamente algún idioma que tuviera acepciones populares para designar al clítoris, pero no lo han encontra- do hasta ahora.

Además las mujeres “decentes” casi lo desconocen, sólo las “locas” apren- den a utilizarlo, No es ignorancia, sino sabiduría, lo que induce a los filosos cuchillos 23