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Página:Alternativa Feminista 1.djvu/27

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TRABAJO DOMESTICO Y
TRABAJO EXTRA DOMESTICO

Me despierto. Son las 8 de la mañana; todavía soñolienta, me pregunto: ¿Qué tengo que hacer hoy? ¿Adónde debo ir? ¿Estoy citada con alguien? ¿Qué se vence hoy?

Aclaro mis ideas. Ya me acuerdo de la larga lista de tareas que me esperan. ¿Hace frío? ¿Hace calor? ¿Qué me pondré? Tomo el desayuno, escucho la radio, me entero de la temperatura y del pronóstico del tiempo.

Y comienzo mi dia. Hago la cama, lavo los utensilios del desayuno. barro los pisos. Aún me falta terminar un trabajo a máquina. Me visto.

Salgo contenta, estoy bien pese a que dormi poco. Tomaré el colectivo o talvez un taxi según el tiempo que me queda y la plata que aún tenga. Bueno, iré en colectivo. Viajo apretada, sofocada; me golpeo con los otros pasajeros; me pesa la cartera llena de cosas; el portafolios se me escurre; lo paso de un lado para el otro.

Bajo en la esquina de Corrientes, luego de varios empujones por las bruscas frenadas del colectivero. Ahora me espera una larga cola para subir en el ascensor y luego la espera para que me atiendan. Por fin mi turno y un lugarcito miserable en el mostrador. Apoyo la cartera y el portafolios; me relajo y saco los anteojos, la lapicera, el anotador y copio. Esto se repetira durante tres o cuatro horas, con mas colas en oficinas administrativas.

Ahora ya me pesa todo: la cartera, el portafolios, los anteojos, la lapicera, hasta el pañuelo. Estoy cansada, camino despacio, me duelen los pies... y eso que llevo tacos bajos. Pero hice una buena recorrida en tribunales; vi muchos expedientes, algunos con buenas noticias; lo malo es que otra vez traigo trabajo; yo creia que por varios dias no tendria que escribir a maquina ni buscar jurisprudencia. Pero no es asi; otra vez se me acumulan escritos y mas escritos.

Llego a casa tan cansada que pido a mi madre una media hora para sacarme laropa y los zapatos y estirarme un poco. Almorzamos; ya son las tres de la tarde y a las cinco vienen los clientes. Llama el teléfono mientras comemos. Pongo la tele; alguien llora -una mujer— porque no la aman; las noticias anuncian una nueva sube de los precios. Duermo unos diez minutos. Ya son las cuatro. Aún me falta limpiar la cocina; ¿habra cacerolas para lavar? Qué horror la parrilla... se volco agua o caldo. Suena el teléfono nuevamente. ¿Cómo le va? Si, su expediente sigue a sentencia. hay que tener paciencia; los tribunales estén lentos, han cambiado muchos jueces, hubo huelga; tal vez dentro de un mes haya noticias. No se aflija, todos estamos igual; sin plata y las cosas son muy caras. El papel aumento, los libros tienen precios exorbitantes. Se me rompieron los guantes de goma...

Otra llamada. Espera por favor un minuto que tengo el gas prendido. Si, estoy bien, un poco cansada como siempre. ¡LOS PLATOS! ¡LOS ODIO! Preferiria no comer con tal de no tener que lavarlos. Ya son casi las cinco. Suena el timbre y aún no terminé. Callénse perros, que no me dejan oir nada. No, no era mas que un vendedor o un evangelista que te dice: “Traigo buenas noticias: el mundo esta por estallar, pero no importa. El mas alla nos espera". Pucha... qué lejos esta la puerta de calle en esta casa tan grande. Recorro cuadras caminando de un lago para el otro hacienda cosas, atendiendo el teléfono y el timbre de la calle. Los perros que ladran. ¡LOS PLATOS! ¡Estos malditos platos!