Porque las mujeres tenemos capacidad de organización, hemos hecho cientos de comedores populares” abierto guarderías y cunas infantiles.
Porque día a día le hacemos frente a la crisis con inteligencia
y porque podemos cambiar al Perú
Vota por ti, mujer.
_ Vota por Izquierda Unida...
Victoria Villanueva,
en Diputados en Senadores
AN] Feministas al Parlamento: ¡Por la organización de la mujer!
“xión que, por sus múltiples implicaciones, no nos interesa realizar aquí. Digamos, eso
sí, que la relación entre las militantes femi-, nistas, independientes o partidarias, y las, mujeres de los partidos políticos ha sido.
una relación tensionada. Quizás, como sú- giere Julieta Kirkwood,' hará la necesidad de repensar nuestras formas de relación en tanto que mujeres “políticas” y militantes
. feministas. Hacerlo permitiría encontrar la clave de algunos fracasos y de algunas dis- tancias hoy todavía no suficiente explica- das.
Pero mientras los grupos de mujeres de ¡
matriz partidaria se disolvían, en el resto
del universo femenino se fue conformand
la idea Pperentoria de organizarse para rei I
vindicar la especificidad. No digamos abs- |
tracción, entonces, del contenido reformis- ;
ta de la Década, de sus objetivos limitados '
e irrealizables pese a ello, en sociedades |
que, como las nuestras, se benefician de la ;
subordinación femenina y que sun siempre '
reticentes a la introducción de cambios '
concretos. Ñ
1975 sirvió de tribuna y es de honestidad reconocerlo. Una tribuna donde, quizás el protagonismo lo siguieron jugando las mu- jeres que habían iniciado el cuestionamien-
«o de la condición particular y, junto a
ellas, grupos de mujeres todavía para ese entonces elitizados. Pero el discurso dicho “esde los podios de los seminarios y las conferencias, tuvo sus repercusiones. No evalt'uucs aquí hasta dónde este discurso | llegó a otros núcleos de mujeres que las so-
¡cialmente predispuestas a una acción trans-
formadora de la realidad particular. Lo que importa es que las mujeres dominicanas, en cada vez mayor número, comenzamos a,
decir nuestro malestar y a tomar algunas tacciones contra la causa que lo provocaba y aún lo provoca.
Otra coyuntura política permite nuevas “dimensiones a la brega femenina: la apertu- ra democrática de 1978 diluye en cierto modo las tensiones provocadas por la ante- rior política gubernamental. Al desmoro- narse el pedestal en que se eregía el gobier- no autoritario, las fuerzas sociales inician un florecimiento significativo y, entre ellas, las mujeres. z 2] .
Por primera vez la palabra “feminismo” «comienza a deshacerse de su aura negativa. Serlo ya no implicaba tanto una traición a la clase y una preocupación de dilettante, ; sino una opción teórica y política que po- día ser que la multiplicidad de grupos exis- pa tentes en el país aúscriben la lucha de 1515
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