SEXUAL1DAD
323 que me andaa sexualizando todoi
am afistéculo epistemolégico
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. La caricia era parte del Ienguaje. Estaba por lo tanto reglamentada, co- dificada, pero era a la vez infinitamen- te modificable, ‘Siempre andan toque- tedndose’, se burleban Ios colonos, incapaces de ver en ese intercambio de
Ursula K. Le
Este tema de la represién de los con- tactos corporales circula bastante en las filtimas décadas. Pero cuando al leer este pérrafo me puse a pensar en quiénes lo estudian, se me prendié una luz de alar- ma ante la palabra “sexologfa”.
,Pensé: !a palabra “sexualidad”, usada asl, §e esta convirtiendo en un verdadero obstaculo epistemolégico. Rebobinemos: epistemologia es el estudio de cémo se estudia 0, al menos, de cémo se elaboran las teorias cientifices. Y las teorias cien- tificas se’ construyen con palabras. Asi q}1e, ,;que pasa cuando construimos tee- nas partiendo dc llamar al objeto de es- tudio con un nombre inadecuado?
por Susana Almirén
caricias otra cosa que una imagen de ellos mismos: Ese erotismo que, obli- gado a concentrarse exclusiuamente en el sexo y luego reprimido y frustrado, invade y emponzofia todo placer sen- sual, toda respuesta humana.. ."
Guin, El nombre del mundo es Bosque-
Hay casos muy gordos de problemas de es_te tipo. Por ejemplo, cuando trata_ban ,de explicar el extrafifsimo comportam1en-
to de algo llamado “éter”, que se supe- nia ocupaba el espacio donde no habia otra cosa, las teorias se hacian cada vez més complicadas. Fue necesario que los: cientificos se convencieran de que .1111 lo que habfa era vacfo, 0 sea la ausencia de todo, para que pudieran describilf los fenémenos con teorias més sencx]la§. Tarnbién es diffcil reconocer Ia hjstena es un nombre si se toma al pie de la letra el nombre y se la considera una “enfer— medad de origen uterine”.
Reflexionemos entonces sobre este