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AMOR Y PEDAGOGÍA

¿Sabes tú, Marina, cómo hacen las abejas su reina? — y se le acerca.

— No entiendo de esas cosas... Si no me lo dice...

— Háblame de tú, Marina, te lo repito; háblame de tú. Deja ese impersonal porque aquí es todo personal, personalísimo.

— Pues... pues... no sé... — pónese como la grana — si no me lo dices...

— ¿Pero no, qué te importa lo que hagan las abejas, amor mío? — y luego á la voz interior: «¡cállate!» y se detiene.

«¿Amor mío?» ¿Quién ha dicho eso? ¿Qué es eso de «amor mío?» El genio de la especie ;oh! el Inconciente.

— El genio de la especie... — continúa Avito.

— ¡Qué ideas. Carrascal, qué ideas!

— ¿Carrascal? No me gustan las mujeres que llaman á sus maridos por el apellido.

Al oir lo de marido y mujer se le encienden las mejillas á Marina, y encendido Avito por ello se le acerca más y le pone una mano sobre la cadera, de modo que la Materia quema y la Forma arde.

— ¿Ideas? ¡mi idea eres tú, Marina!

— ¡Oh por Dios, Avito, por Dios! — y le esquiva.

— ¿Por Dios? ¿Dios?... bueno... sí... todo es cuestión de entenderlo... Acabarás por hacerme creer en él — y lanzando un «¡cállate!» á la voz

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