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hablemos sériamente. ¿Qué intentas hacer con respecto á Manuela?
— Escribirle una carta y luego....
— Y luego?
— Si me contesta iré á verla sin presentacion preliminar, si no, haré que me presenten.
— Bien pensado!
— Y cuando vuelvas seguirás ayudándome?
— Sin duda ninguna.
— Gracias! gracias! dijo Acuña estrechándole la mano.
Armando lo miró.
— Qué lindo alfiler de corbata llevas! dijo .
— Lo quieres? Es un ónix.
— Tiene una ancla de pequeños brillantes en el centro. Es muy bonito!
— Guárdalo, hombre. Toma...
— Qué! Piensas deshacerte de él!
— Llévalo como un recuerdo mio.
— No, de ningun modo.
Acuña lo colocó sobre una mesa.
— Ahí lo dejo; si no lo quieres puedes tirarlo.
— Qué tonto eres!
— Deseaba hacerte un regalo y no sabia qué