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164 ANTOLOGÍA DE LA POESÍA FEMENINA ARGENTINA

CARIDAD

Señor, cuando a la busca de una oveja perdida al camino te lanzas, el alma agradecida

se anonada y no acierta la palabra de amor. Señor, yo sé que vienes en busca de mi hada y a la puerta te aguardo de mi pobre morada; mas sólo sé decirte: ¡Heme a tus pies, Señor!

A UN AMIGO

¿Por qué exigir que pulse mi lira enmudecida si ayes sólo saben sus cuerdas exhalar?

Mi arpa vibró sólo por el dolor herida

en las amargas horas de mi azarosa vida,

y dió a mi llanto forma de fúnebre cantar.

Si apenas nace el día y encantos y primores, la vida y la esperanza despiertan por doquier, en tanto que celebran el día aves y flores, quisiera que la noche sin astros ni fulgores tornase ya de nuevo sus alas a extender.

Comprendo ese egoísmo, cantar así mis penas, que a cada uno basta su propio padecer;

mas, como el prisionero que llora en sus cadenas, gemir sólo supieron en horas aun serenas,

mi corazón de niña, mis labios de mujer.

No temo, no, que el eco de esta canción doliente, en algún modo pueda turbar la ajena paz; porque donde el bullicio de aves mil, se siente, realzan su alegría gimiendo tristemente

la dulce tortolita, la tímida torcaz.