JOSEFINA PELLIZA DE SAGASTA
DOBLES
¡Dobles, dobles! Qué triste es el gemido de esa campana que llorando está; es una voz que desolada y hueca de tumba en tumba sollozando va.
Es voz de muerto, cavernosa y fría que estremece de duelo el corazón; rueda sobre las flores del sepulcro y se hunde entre las grietas del panteón.
Se pierde como el eco de otros mundos y vuelve triste vibración a dar;
recorre el templo, la desierta nave,
y al pie resuena del sagrado altar.
Al'á en la cruz de la elevada torre, sobre el blanqueado campanario, está un ave negra. que se queja y llora
a cada triste vibración que da.
¡Oh qué tristeza!... El corazón se oprime, todo al espanto del dolor se agranda; parécenme fantasmas los cipreses
que sobre el mármol de las tumbas and.
¡Y tengo miedo!... El sepulcral redoble parece que las sombras alineara,
y que en el seno de los tristes nichos
el suspiro de un alma se anidara.
Es una procesión de sombras vagas
que al compás de los dobles van marchando; son gigantes que pueblan el vacío
y van las nieblas del abismo alzando.
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