TERESA RAMOS CARRIÓN 375
Y vino a mí, de nuevo acongojada: Sólo hallé soledad—me dijo—, nada pude encontrar en tanta lobreguez.
Tengo miedo, me ofenden las miradas, como antes quiero estar encarcelada... —Abri mi pecho y la oculté otra vez.
ALGUIEN CANTA
La noche con su brisa misteriosa
trae la dulzura de un cantar lejano, lánguida es la canción y nada humano tiene mientras se esparce temblorosa.
¿Quién entona en esta hora silenciosa? ¿Quién se atreve a turbar el gran arcano? Sufre sin duda un corazón hermano porque es queja mortal y dolorosa.
Velando sola, escucho este lamento que transporta jugando el suave viente transformado en melódica canción
y abarco aquel tesoro de armonía, fiel reflejo de la íntima agonía de los que no hallan eco a su emoción.
¡LEJOS!
¡Estás tan lejos! Sin embargo parte con invencible afán el pensamiento alentado quizá por el intento
de consolar tu pena al encontrarte.