438 ANTOLOGÍA DE LA POESÍA FEMENINA ARGENTINA
LA MADRE DEL VIENTO
Tras del Lista Blanca, que al sol claro brilla, en lejanos cerros sobre una cuchilla,
cuando ya la noche comienza a cerrar,
la madre del viento, hirsuta y huraña, dicen que sonando su flauta de caña
los hijos dispersos comienza a llamar.
Y llegan los vientos según sus costumbres: helado, el que vuelve de las blancas cumbres, donde libre y loco sin parar corrió;
roncos, los que soplan a ras de la tierra; silbante y agudo, el que en la alta sierra afilando aristas las horas pasó.
Diz que se alimentan de esa tierra fina que, liviana y blanda como suave harina, suele en remolinos el cielo nublar;
y que de la flauta al oír los sones,
a su honda guarida de los zocavones juntos por las noches van a descansar.
Sólo que a las veces, en el tiempo malo, por el mes de agosto, como trágico halo, se expande en los cerros áspero el rumor de voces que aullan, de roncos gemidos, que braman con furia, en sordos gruñidos, que a las gentes hacen temblar de pavor...
Pero hay un conjuro secreto y extraño —del furor del viento disminuye el daño, y del mal preserva la buena salud, —
son raras palabras que van repitiendo
y con el cuchillo cruces van haciendo
al Este y Oeste, al Norte y al Sud.