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EMILIA ALTOMARE DE PEREYRA 65
el avance, la fuerza creciente,
el paroxismo de tus nervios crispados
cuando ibas,
como un lobo infernal suelto sobre la tierra.
AQUEL SILENCIO
“Para que pase el silencio de aquel pueblo que puede ser abuelo, se ensancha sola la calle de mi fantasía.
En las canteras de las horas calladas, está la piedra en bloque de tu imagen.
El buril se me cae de las manos.
En un sueño de noches innumerables danza la forma del silencio: mañana, mañana quizá le daré a luz.
Y el sol verá
Lo que no sospecharon nunca
sus ojazos ingenuos de topacio”.