Página:Anton Chejov - Historia de mi vida - Los campesinos.djvu/120

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página ha sido corregida
101

tanas, gritaban, exigían que Macha bajase a hablar con ellos. A no mucha distancia, Moisey contemplaba la escena, y yo juraría que se bañaba en agua de rosas al vemos en aquella situación ridícula.

—¡Se acabó! ¡No transportaremos más materiales!—oíase gritar—. Estamos rendidos. Si la señora quiere edificar una escuela, que transporte los materiales ella.

Macha, pálida de emoción, temerosa de que aquella multitud irritada invadiese la casa, les enviaba a los campesinos dinero y "vodka". Entonces el tumulto se apaciguaba poco a poco, y los carros, cargados de vigas, de tablones, de postes, iban abandonando el patio.

Cuando yo me disponía a marchar a Kurilovka para ver cómo iba la construcción, mi mujer daba muestras de gran inquietud.

—Los campesinos están furiosos—me decía—. Pueden hacerte algo. Espera, voy contigo.

Nos íbamos juntos. En Kurilovka, los carpinteros me pedían una propina. La construcción casi no adelantaba. Faltaban obreros. A pesar del compromiso contraído, muchos no acudían al trabajo. Siempre había algo que lo paralizaba. Un día nos hicieron saber que se necesitaba arena. No habíamos pensado antes en ello. Había que buscarla lo más pronto posible. Aprovechándose de la urgencia, los campesinos nos pidieron por cada carro de arena treinta "copecks", aunque la ribera donde tenían que cargar sólo distaba doscien-