Página:Anton Chejov - Historia de mi vida - Los campesinos.djvu/121

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página ha sido corregida

116

tos metros de la obra. Se necesitaban lo menos quinientos carros.

Las dificultades se sucedían sin tregua. Los campesinos seguían pidiéndonos dinero para "vodka", con gran indignación de mi mujer. El contratista de la obra, Tito Petrov, un anciano de setenta años, nos estaba siempre prometiendo activar los trabajos.

—Ya verán ustedes. En dándome arena, que es lo que ahora hace falta, todo marchará como sobre rieles. Encontraré cuantos obreros sean necesarios. ¡Ya verán ustedes!

Pero se le llevó toda la arena necesaria, y la edificación, sin embargo, no avanzaba. Pasaban días y noches sin que apenas se advirtiese adelanto alguno.

—¡Es para volverse loca!—decía Macha, casi llorando—. ¡Qué gente, Dios mío, qué gente!

Durante aquellos tristes días, venía con frecuencia a vernos su padre, el ingeniero Víctor Ivanovich. Traía delicadezas gastronómicas y buenos vinos. Tenía siempre un apetito de lobo y comía mucho. Después de comer se dormía un rato en la terraza y roncaba de un modo terrible. Al oírle, nuestros obrero, sacudían con asombro la cabeza y decían:

—¡Vaya unos ronquidos! Parece que duerme ahí arriba un regimiento...

A Macha no le entusiasmaban sus visitas. Su padre no le inspiraba confianza, lo que no era obstáculo para que le pidiese consejos prácticos.