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Ricardo Palma

Ni más Puruchuco,
ni más Huamantanga,
ni más papa-lucha,
ni más papa-changa.

Hoy mismo se oye como refrán, entre la gente criolla de Lima, esta frase:—Ni más Puruchuco, ni más Huamantanga,—para expresar que ha roto uno definitivamente relaciones con tal ó cual persona.

Cuentan de Huamantanga que vivió en el pueblo una beata, fallecida en olor dę santidad, la cual conjuraba á las brujas haciendo con los dedos una señal de cruz, y diciendo:

Oca, toca,
grillos en tus pies y freno en tu boca.

Refieren de la misma santurrona que, arrodillada ante la santa efigie. exclamaba:—¡Señor, Señor! No permitas que muera yo en Cuaresma, para que en día de vigilia no coman de mi carne los gusanos.—Agregan que la oyó Dios, porque habiendo caído gravemente enferma, en Semana Santa, la concedió vida hasta el martes de Pascua.

En 1870, la capilla de Huamantanga fué destruída por un incendio, ocasionado por descuido del sacristán, salvándose sólo la cruz de que pendía la efigie de Cristo. Esto ha influido mucho en que la antigua devoción decaiga, pues cree el pueblo que el Cristo nuevo es menos milagroso que el antiguo. También el altar ha sido reconstruído hace veinte años.

En ex-votos ó milagros de plata y oro, custodia, cálices, candelabros y alhajas, poseía ese santuario un capital aproximativo de cincuenta mil soles, del que fué despojado para que los niños de Chile (que en Huamantanga fusilaron al comandante Villegas y á los veinte soldados que lo acompañaban), no se apoderasen de él. Si se utilizó ó no para combatir al enemigo, lo ignoramos.

Todo lo que se puede asegurar es... que el caudalito se evaporó.