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que aquella que requieren los géneros templados, con 100% en las breves arengas de la Apología, se eleva alguna vez hasta la elocuencia con sólo dejar hablará un sentimiento de profunda indignacion. No encontrarémos en la Apología de Jenofonte, un resúmen como el de la de Platon. « Ya es tiempo de partir, yo para la muerte, vosotros para la vida. ¡Dios sabe á cual está reservado mejor destíno!»; pero en cambio el silencio final de Sócrates en la Apología de Jenofonte, es imponente y magnífico: «Despues de haber habla de asi, partió sin que nada en él desmintiese su lenguaje: en sus ojos, en su actitud, en se marcha conservando una serenidad espléndida.» Esta magestad, esta inalterable san= gre fria, dice Talbot, este talante de un hombre sobre el que acaba de recaer una sentencia de muerte, ¿no és la con denacion más elocuente y sublime de los mismos que le han condenado?: y con razon compara esta actitud á la de Régulo cuando torna para el destierro,

Grandes elogios se han tributado al estilo de Jenofonte. Ciceron decia que era más dulce que la wiel, y Quintiliano que sus lábios eran el asiento de la persuasion. En la Apología, si bien ménos que en otros escritos de Jenofonte, se vén las cualidades generales de su estilo: nobleza, sencillez, elegancia, y lleno de gracia, sin ser vigoroso ni sublime. El fondo de los escritos de este insigne poligrafo, es lo que conslituye su mérito principal. Escribe para mejorar á los hombres, para hacerlos buenos y útiles: ésa es la idea capital que moyió siempre la pluma de este eminente literato ate= niense, dejando en todos sus escritos, aun en los mas exiguos, alguna partícula de su alma.