En esas largas epopeyas, dignas no obstante de ser leídas, no hay que buscar la perspectiva artística ni el fondo natural del paisaje, en cuyos primeros planos se agrupan ex-abrupto los personajes y se traman y desenvuelven las escenas de dramas siempre bélicos en cuyo desenlace es casi siempre seguro el exterminio de una tribu y la desaparición de un idioma. A veces la buena intención amanece en el espíritu de los autores y esperimentan como una visión confusa de la magnificencia de la naturaleza virjen y de lo pintoresco de las costumbres y usos primitivos. Pero, ni esa yntension es perseverantemente auxiliada por la voluntad, ni la visión llega á tomar cuerpo bastante para que se aperciba bien. De manera, que, esos poemas, por lo jeneral, parece que tuviesen por teatro el vacio, y que sus héroes, que tan recios mandobles se regalan, fuesen creaciones osiánicas de aquellas que escojen la rejion de las nubes para campo de sus batallas fantásticas.
Es verdad que Peralta, imitando sin duda á alguien, forma en verso la nomenclatura descriptiva de los frutos y flores peculiares á los climas tropicales del Perú, sin olvidar la granadilla ó pasionaria en cuyos pétalos vé con los ojos de una fé sencilla y sincera los instrumentos del mas santo de los martirios. Pero al consagrar un canto