Página:Apuntes Biográficos.djvu/234

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La América necesitaba emanciparse para tener conciencia de si propia. El astro de la monarquía señalaba la dirección en que habían de jirar las plantas vivaces y jugosas que brotaban entre nosotros en el terreno de la intelijencia. La antigüedad y la superioridad de las escuelas; la mayor y mas próxima protección al injenio, la facilidad para instruirse y para producir por la prensa, redujeron por largos años á los hombres estudiosos de América á la humilde condición de pupilos de los peninsulares, precipitándose con la exajeracion que es natural, por el lamentable despeñadero abierto por el gongarismo y por los cultos al abatimiento de las letras españolas. Cuánto talento, cuánta erudición, cuántas bellísimds dotes han malgastado los antiguos americanos en escribir versos hinchados y prosa tan inflada que no resistirían á la picadura de un alfiler! Y sin embargo, cuánta perla de buen oriente podría hacer brillar al sol el paciente erudito que de entre aquella lobreguez de mal gusto estrajese lo que es pena que permanezca en olvido!

Aquel meteoro social que en el segundo lustro de este siglo cundió por las colonias españolas y electrizó las almas, fué una verdadera ráfaga de luz celestial. Llovieron también entonces lenguas de fuego sobre cabezas nuevas é ignoradas, y comenzó