bien á los cautivos cristianos, porque prefería á la alianza de los turcos, sus antiguos amigos, la del Rey Católico, y contaba con el furor de los cristianos cautivos para defenderse de las insurrecciones de sus propios vasallos. Prudente y animoso Muley Ahmed, extendió en África su dominio hasta los desiertos de Sahara, conquistando en varias campañas á Tegmarin, Tuat, Tumbctu, Gago y Kukia, con otros puntos de la Nigricia, y llegó á las lindes mismas de Guinea. Hay quien, considerando estas cosas, señale su reinado como la edad de oro del imperio de Marruecos. No le faltó oposición, sin embargo. Un hermano del xerife Negro, llamado Muley el Nazer, refugiado en España desde la batalla de Alcázar, desembarcó en Melilla, é internándose en las montañas, juntó crecida hueste, con la cual osó marchar sobre Fez. A la vista de aquella ciudad se dio una batalla, que duró un día entero, entre Muley el Nazer y Muley-Xeque, hijo del xerife reinante; pero al fin, siendo oportunamente reforzado este último, derrotó al primero, y le obligó á refugiarse de nuevo en las montañas, donde fué muerto por sus capitanes[1]. Tenía repartido el gobierno Muley Ahmed con sus tres hijos, mandando Muley-Xeque en la provincia de Fez; Abú-Fers, en la de Sus, y Muley Cidan, en la de Tedla, mientras él permanecía en Marruecos. Según refiere el docto Fr. Marcos de Guadalajara[2], por los años de 1598 tuvo allí conocimiento Muley Ahmed de que un
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