tan leales, que por nada del mundo entregarían á su señor». Al mismo tiempo los soldados marroquíes, acampados á las puertas de Fez, esperaron á que éstas estuviesen cerradas, y se volvieron sin ser sentidos á sus casas. Parece, pues, que á pesar de la ley ó pacto de los xerifes, y de los frecuentes cambios de sucesión que se ven en toda la historia del Mogreb-alacsa, la opinión y el sentimiento general reconocían de consuno el derecho de primogenitura y aun el de representación, de suerte que no se tenía por legítimo más que al hijo mayor del difunto monarca y su primer representante, aunque los tíos y hermanos les usurpasen tan repetidamente el cetro. Mas por de pronto de nada sirvió á Muley-Xeque su derecho y la fidelidad de sus alcaides. Su hermano menor Abúr-Fers lo sorprendió al tiempo de ponerse en salvo con algunos caballos, y lo volvió á tener cautivo á la disposición del usurpador Muley Cidan, con quien estaba unido. Fortuna grande fué para Muley-Xeque que no durase esta unión mucho tiempo, y que el ambicioso Muley Cidan aspirase á despojar á Abú-Fers del gobierno de Tedia, porque éste, despechado, no sólo le dio libertad, sino que le ofreció ayudarle á recobrar la corona. Era Abú-Fers de ánimo tímido, y por lo mismo se encargó Muley-Xeque del mando de las armas. Marchó éste con cinco mil infantes y tres mil caballos en busca de Muley Cidan, y encontrándose ambos hermanos á tres jornadas de Marruecos, orillas
P. F. Marcos de Guadalajara y Xavier, el cual las había ya publicado en un libro aparte, titulado Predición y destierro de los moriscos de Castilla hasta el valle de Ricote, con las disensiones de los hermanos xerifes y presa en Berbería de la fuerza y puerto de Alarache.
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HISTORIA DE MARRUECOS