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APUNTES

terra, y sabiendo éste lo que el rey pretendía se ofreció pronto á socorrerlo, prometiendo á cambio de las ventajas ofrecidas, todo lo necesario para la guerra. Pero los dos bajas de quienes hacía estimación más singular Muley-Xeque, que eran aquel Mohamed, y otro llamado Jaduar, ambos renegados peninsulares, recelosos de las intenciones del inglés, le dijeron que para qué quería inteligencias con una corona tan distante como Inglaterra, pudiéndolas emprender con más prontitud en España, que estaba más vecina, y de cuyos puertos podía lograr con brevedad el socorro. Representáronle además que eran tan generosos y opulentos los reyes de España, que sólo por su grandeza, sin más interés que hacer bien á necesitados, favorecían, como lo había hecho en Túnez el emperador Carlos V; y por último, le aconsejaron que si quería comunicarse con los reyes de España, podría hacerlo por medio de los frailes que había en Marruecos. No era sólo socorro de dinero lo que deseaba el rey, y lo que le persuadió á seguir el dictamen de los renegados españoles; tenía otra idea de mayor consecuencia, como se conoció luego, que era prepararse un salvoconducto para el caso de verse desposeído del reino, y en peligro de morir como siempre sucede á los príncipes vencidos en aquella tierra. Lo mismo Muley-Xeque que los renegados españoles, cuyas cabezas peligraban también no poco, veían claro que para salvarse en un día de fuga, los Reyes Católicos, por estar tan vecinos y por la seguridad que ofrecía su natural clemencia, eran de más útil alianza que otros, y esto dio aliento á la natural inclinación que así el rey como sus consejeros tenían á España, porque ellos eran españoles, y él era nieto también de españo-