ban en Marruecos; y mucho menos aún podría afirmarse que aquéllos ni él descendiesen verdaderamente de Alí y de Fátima la Perla. Más qué duda merecen, á la verdad, tales parentescos, contemplando que los fundadores de todas las dinastías muslimes que han reinado sobre el Mogreb-alacsa no han presentado por título de sus pretensiones sino motivos ó pretextos religiosos, siendo de los mayores y más apreciados en todas ocasiones el descender del Profeta. Pero ello es que Alí-ben-Mohamed levantó un trono en Tafilete, sin que de su tranquilo y feliz reinado quede otra memoria.
Sucedióle su hijo Muley-Xerife, al cual reputan algunos como fundador de su dinastía, llamada, desde luego, de los Filelis, por la provincia de Tafilete, donde se levantó, y también de los Hoseinitas, nombre tomado de Hosein, segundo hijo de Alí y de Fátima, tenido, según queda referido, por su progenitor, con razón ó sin ella. Tuvo este príncipe en sus mujeres hasta ochenta y cuatro hijos varones y ciento veinticuatro hijas, número que deja entender sus costumbres y cuánto más dado fuese al descanso y tratos de amor que no á trabajos y peligros de guerra. Fuéle preciso pelear, sin embargo. Declaróse por enemigo suyo Sidi-Omar, rey de Ylej, y, venciéndolo en una batalla, se apoderó de su persona y lo retuvo como prisionero. Muley-Xerife, reducido de esta suerte á la condición particular, después de haber sido rey, no echó de menos, por cierto, su grandeza antigua, ni sus alcázares, ni sus ejércitos, ni sus servidores, sino solamente el regio harén y el trato de las hermosas mujeres que allí tenía. A tanto llegó su sentimiento en este punto, que despachó mensajes al vencedor, pidiéndole que le diese una concubina al