moros vecinos á sus fortalezas desde el reinado de Felipe III. Un moro andaluz, llamado el Blanquillo, ejercitó por mucho tiempo la piratería con fortuna, hasta que D. Jorge Mascareñas, gobernador de Tánger, destruyó su bajel, persiguiéndole con dos medias galeras, hasta que embarrancó en la playa. Por la parte de Mazagán se peleó siempre mucho y con varia fortuna, distinguiéndose su gobernador, Téllez de Meneses, en muchas salidas; en una de las cuales tal vez los moros habrían sorprendido la plaza, á no ser por el esfuerzo de su mujer, que al frente de los habitantes defendió los muros. Logró entonces Téllez una victoria muy señalada de los moros, que acaudillaba un santón, llamado Seid, predicando la guerra santa. A la muerte de Felipe IV quedaban en nuestro poder Melilla, el Peñón, Larache, la Mamora y Ceuta, que, al tiempo de la separación, fué conservada á España por su gobernador Francisco de Almey. Limitábase en la propia época el dominio portugués en Mauritania á la plaza de Mazagán, que Martín Correa de Silva, su gobernador, puso á disposición del duque de Braganza, no bien supo la sublevación de Lisboa. Tánger, la más importante de las posesiones que heredó Felipe IV en Mauritania, pasó por bastantes vicisitudes entretanto. Mantuvo al principio aquella plaza por España, al estallar la sublevación de Portugal, su gobernador Rodrigo de Silveira, conde de Sarcedas; pero de allí á poco la guarnición y los habitantes se levantaron contra él, lo prendieron y proclamaron rey al duque de Braganza, Debióse esto á la consideración de los monarcas católicos, que no tenían más que tropas y gobernadores portugueses en las plazas de aquel reino.
Página:Apuntes para la historia de Marruecos.djvu/147
Apariencia