Ismael por sus manos. Luego otro verdugo le obedeció, y el infeliz príncipe sufrió con el mayor heroísmo que le amputasen el pie y la derecha mano. Ismael, acabada la ejecución, mató también al verdugo que la había ejecutado, y exclamó dirigiéndose á su hijo: «¿conoces ahora á tu padre?» No permitió el bárbaro sultán que llorase nadie por el príncipe, sino una hija que tenía, y por demasiado sensibles mandó matar á cuatro de sus mujeres. En el ínterin Muley Mohammed fué conducido á Mequinez en una muía, y allí murió á los pocos días de gangrena. Muley Cidan en tanto entró en la rebelada Tarudante después de un largo sitio é inundó sus calles en sangre. Pronto sospechó de él Ismael al verle rico y poderoso, y lo llamó á su corte en vano. Fingióse enfermo de muerte, y estuvo cincuenta y dos días sin salir de su cuarto, con el fin de que la sultana madre escribiese á su hijo que viniese á recoger la herencia; pero no le valió la treta, porque Cidan declaró que ni muerto ni vivo su padre se acercaría adonde él estuviese. Al cabo los moros llegaron á persuadirse de que Ismael estaba muerto, y comenzaron á tumultuarse, de modo que el sultán tuvo que salir de su escondite y aterrarlos con su inesperada presencia. No halló más medio Ismael para deshacerse de Cidan que seducir á algunas de sus mujeres, las cuales le ahogaron, encontrándole ebrio, como solía, en su lecho. Pero ni aun esto escarmentó á los hijos del tirano, y otro de ellos, por nombre Muley Abdemelic, gobernador de Sus, se rebeló contra él, negándose á pagarle tributo. En vano Ismael pretendió atraerlo para quitarle, como á los otros, la vida. Abdemelic fué sordo á los ruegos y á la amenaza de elegir á su hermano Muley-Ahmed-el-Dezahebi, menor que él,
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