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HISTORIA DE MARRUECOS

por él al gobierno, que fué universalmente proclamado sin que su hermano el mulato osase disputarle el trono.

Después de tantos príncipes incapaces, y tantos tiranos como habían ensangrentado su suelo, el Mogreb-alacsa tuvo al fin un soberano digno por todos conceptos de serlo. No quiso tomar el apelativo de Muley, porque juzgaba que era profanar el nombre del profeta llevarlo con tal apelativo, digno en su concepto únicamente del mediador de los hombres con el Ser Supremo. En cambio, se proclamó Emir almumenin ó príncipe de los creyentes. Tres años después de su ascensión al trono, abrió los cimientos de la ciudad de Mogador, con el fin de dar á Marruecos, primera capital del imperio, fácil comunicación con el Océano. Halló Sidi-Mohammed en buen estado las relaciones diplomáticas con Inglaterra, y afirmada con tratados, por su padre, la paz con Dinamarca y Holanda. Deseoso de estrechar sus relaciones con los europeos, se entendió con España reinando ya Carlos III, y en 1767 firmó en Fez el famoso D. Jorge Juan, teniente general de la Armada, el primer tratado de paz y comercio que hubiese habido entre ambos Estados. No contento aún Sidi-Mahommed, había querido pagar á España la atención que mereció de ella con la embajada de D. Jorge Juan, enviando á nuestra corte por embajador á Sidi Amed-el-gazel con lujoso séquito, el cual fué muy bien recibido y agasajado por el rey, y excitó por algunos días la curiosidad de los madrileños. Mas no impidió esto que entre España y Marruecos se renovasen pronto las hostilidades casi constantes en las plazas que poseíamos en el territorio africano. Sidi-Mohammed, tranquilo y respetado de todos sus súbditos, que gozaban á placer de