era uno de los principales agentes de la conjuración, y se esperaba mucho de su conocimiento y prestigio en los moros. Llegado, pues, según todos indicios, el momento de obrar, Godoy mandó al marqués de la Solana que tuviese preparado secretamente buen número de embarcaciones en Tánger, Algeciras, Sanlúcar y Cádiz; que aumentase progresivamente la guarnición de Ceuta hasta tener allí disponibles nueve ó diez mil hombres, que podrían acamparse fuera de la ciudad con pretexto de maniobrar, llamando hacia aquella parte la atención del sultán, y distrayendo, por consiguiente, sus fuerzas; que fuese remitiendo como pudiese á Ali-Bey el socorro que había pedido, con el objeto sin duda de ponerlo á disposición de Sidi-Hescham, y consistía en veinticuatro artilleros con dos oficiales, tres ingenieros y dos minadores, algunos cirujanos con sus instrumentos y medicinas, algunos cañones de campaña con sus cureñas, dos mil fusiles y municiones, cuatro mil bayonetas y mil pares de pistolas. Acompañaba Godoy sus órdenes con ciertas observaciones prudentes y encaminadas á que no se malograse por precipitación la empresa. No había querido enterarse Carlos IV sino muy sucintamente de esta cuestión, descansando en ella, como en todas, en el juicio de Godoy, y acordando sin examen cuanto le proponía. Habían ya partido precisamente las últimas instrucciones, cuando el rey consintió en que su favorito le enterase sumariamente de aquella empresa gigantesca, y entre los detalles que ofreció éste á su curiosidad, fueron el plano de la posesión de Semelalia y traslado del firman de Muley-Suleyman, por el cual la donó á Badía. Nublóse al contemplarlo la frente del honrado príncipe, y volviéndose á Godoy le dijo estas
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